Las Mujeres en la Guerra de Malvinas



El imaginario colectivo sostiene que el rol de las mujeres durante la Guerra de Malvinas era solamente el de madres, familiares, amigas y novias o esposas de los soldados, que esperaban su regreso.

Poco se sabe de las historias de los combatientes de Malvinas, pero aún menos se conoce sobre las mujeres que fueron a la Guerra. Mujeres no fueron solo las que esperaron a los soldados, sino que existieron las que -comprometidas con la lucha por la soberanía argentina- fueron convocadas por las Fuerzas Armadas para combatir.

Más de veinte mujeres: comisarios de abordo, enfermeras, instrumentistas quirúrgicas y radioperadoras de los barcos mercantes de la Empresa de Líneas Marítimas Argentina (ELMA), del Comando de Transporte Navales de la Armada Argentina (ARA), cadetes de la Escuela Nacional de Náutica (ESNN) y dotación de los hospitales militares Central y Campo de Mayo (HMC), participaron en operaciones de inteligencia en torno a la isla Ascensión. O sencillamente en buques que buscaron y detectaron a la flota británica en medio del Atlántico u otras, a bordo de los barcos que trasladaban pertrechos entre las localidades de la Patagonia y las Islas Malvinas o que formaban parte del grupo de profesionales de la salud embarcadas en el Buque Hospital Rompehielos ARA “Almirante Irizar.”

Los años que siguieron fueron de ‘desmalvinización’. Ese fue el dolor más grande: el abandono por parte del Estado y de la Fuerza Aérea. La destinaron a la escuela de aviación de Córdoba para realizar el curso de oficial. No le dieron una licencia, ni le permitieron ver a su familia, ni le brindaron la más mínima contención o asistencia.

Las mujeres tuvieron que soportar, también, la discriminación y maltrato por parte de sus compañeros hombres, que creían en la superstición de que las mujeres y los curas a bordo traían mala suerte. En una oportunidad, simularon un hundimiento solo para asustarlas.

En algunas ocasiones, los vientos del Atlántico Sur llegaban a más 100 kilómetros por hora y el buque se movía mucho, por eso, durante las operaciones, solían atarse junto al cirujano a las camillas fijadas en el piso del quirófano para no perder el equilibrio.
Silvia , una de las “chicas de la guerra” sigue hoy trabajando en el Hospital Militar. En varias entrevistas destacó que sus hijos mayores, por haber crecido en la etapa de “desmalvinización”, saben muy poco de la guerra en la que estuvo su propia madre, mientras que destaca positivamente que en la actualidad las escuelas de sus dos hijas menores incluyen la historia de la guerra de Malvinas en sus currículas.

De una lista de 20 inscriptas quedaron seis: María Marta Leme, Susana Masa, Cecilia Richieri, María Angélica Sendes, Norma Navarro y Silvia Barrera. Desde entonces fueron para la historia las únicas mujeres que participaron en la guerra de las Malvinas.

Las seis jóvenes voluntarias argentinas dejaron atrás el mito que vincula la presencia de las mujeres en los buques con la mala suerte. Desafiaron el mal augurio embarcándose en el buque hospital Almirante Irízar durante la guerra de Malvinas, en 1982. Con una bolsa de un metro de alto, con la ropa enrollada de todos lados y borceguíes talle 40 -el tamaño del soldado más chico-, las recibieron en el buque los ojos asombrados de tenientes, oficiales, suboficiales, soldados, médicos y del comandante; más de mil hombres estaban a bordo el día de su llegada. La sorpresa tenía una explicación: la presencia de mujeres en el ejército hasta el 1982 era impensada. Recién a finales de ese año salió la primera camada de mujeres con carrera de grado militar. Por eso, como personal civil pero bajo la supervisión del ejército, las jóvenes fueron a Malvinas.

Susana Masa dice que sintió el “llamado de la patria” y no dudó en partir a Malvinas aunque Paola, su hija de 9 años, debió quedarse a cargo de familiares. “La Nación me necesitaba”, pensó entonces y reafirma ahora. Guiada por su idealismo y sus ganas de ayudar, María Marta Leme había tomado la decisión de viajar a Malvinas cuando comenzó la guerra. Sólo faltaba la oportunidad. Cuando la oportunidad llegó, dejó de lado los miedos, los propios y los de su familia, y se embarcó en el avión de Aerolíneas Argentinas que aterrizaría en Río Gallegos para ser trasladada a Punta Quilla y luego al Irízar junto con sus cinco compañeras.

Por el arrojo de haber ido, las seis jóvenes tuvieron el reconocimiento de la Armada ante las autoridades del Ejército en 1983 “(...) la presencia de personal femenino calificado aumentó la eficiencia de los equipos, quirúrgicos disminuyendo el tiempo requerido para cada intervención, como asimismo redundó su accionar en el ánimo de los heridos (...)”, dice el texto, que aunque inundado de formalidad, da cuenta de la labor de las mujeres.

La utilidad que brindaron en la tarea médica por la que fueron convocadas les da orgullo y satisfacción pero el impedimento de bajar hasta el hospital de Puerto Argentino por un “cese de fuego inminente” les dejó esa amarga sensación de que podrían haber hecho más.

Actualmente las tres instrumentadoras trabajan en el hospital Militar. María Marta y Silvia en proctología y Susana en el área cardiovascular. La otra mitad se desempeña en Campo de Mayo y en el Hospital Garrahan. Están inscriptas en la Asociación de Veteranos de Guerra de Malvinas (Aveguema), y aunque entre ellas no comparten el mismo espacio, ni se ven cotidianamente, la experiencia las mantiene en lazo como con cualquier ex combatiente. “Aunque no nos hayamos visto, allá nos sentimos unidos por lo vivido. Es inmediata la conexión que se genera entre nosotros”, dice Susana.

Coinciden en que volver a la islas Malvinas en situación de paz es uno de los anhelos de las veteranas pero no lo ven posible a corto plazo porque los permisos son sólo para familiares de ex combatientes. Quizás porque son mujeres, porque son pocas o porque no tienen grado militar, las veteranas sienten que pasan inadvertidas cuando en las formaciones del hospital quedan últimas o recuerdan que en el desfile del acto aniversario de los 25 años del desembarco de las tropas en el archipiélago, Silvia y Susana escuchaban que muchos se preguntaban quiénes eran. Oían en silencio sin saber que habían sido las únicas mujeres de la contienda bélica, las heroicas chicas de la guerra.

                                       



Toda esta información fue obtenida de las siguientes páginas:

http://www.diariofemenino.com.ar/las-mujeres-tambien-estuvieron-en-malvinas/

http://elfederal.com.ar/nota/revista/25459/a-32-anos-de-malvinas-las-chicas-de-la-guerra











1 comentario:

  1. mientras se violabana los machos argentinos..en el continente esas mujeres eran abusadas..QUE VERGUENZA

    ResponderBorrar